viernes, 13 de enero de 2012

Dictan Sentencia del caso Marta del Castillo


La sentencia del caso Marta del Castillo ha establecido como verdad judicial que no todos los que intervinieron en la muerte y la desaparición del cadáver de la joven están hoy en prisión. La frase "con ayuda de al menos un tercero desconocido" introduce un dato muy inquietante en el relato de los hechos probados que, sin duda, servirá para abundar, no ya sólo entre la familia y allegados de Marta del Castillo, sino también en la opinión pública, en la certeza de que la justicia (en el sentido amplio del término que incluye la investigación del caso) no ha podido o no ha sabido llegar hasta el final.
A la vista de esa verdad judicial, y una vez condenados Miguel Carcaño y Francisco Javier García Marín 'El Cuco', se puede afirmar sin contradecir el relato de los hechos probados que un tercer criminal (o más de uno) sigue en la calle sin pagar por lo que ha hecho. Es quizás lo más doloroso tras una frustrante investigación que ni siquiera ha posibliitado la recuperación del cuerpo ni dado a la familia el consuelo de una despedida digna.
La sentencia, por lo demás, está a la altura de la realidad del proceso despojado de apasionamientos mediáticos: 20 años de prisión por un asesinato es hoy una condena acorde a nuestro Código Penal. La muerte de un ejecutivo del BBVA a manos de su ex mujer en su chalé de Bollullos de la Mitación (Sevilla) ha merecido recientemente una condena similar sin que haya llamado al escándalo.
Y la absolución del resto de los procesados (acusados de encubrimiento) en este segundo juicio del caso venía siendo más o menos anticipada por los expertos consultados a la luz de la endeblez de las pruebas que se han puesto sobre la mesa.
Pero existe al menos un "tercero desconocido" que hoy respira aliviado y que difícilmente pagará nunca su deuda con la sociedad. Esa frase desconcertante introducida por el tribunal en el folio 8 de la sentencia nos deja a todos hoy un poco más indefensos. Esa frase y la no aparición del cuerpo dejan el caso abierto, y niegan a la familia el único bálsamo que hubiera podido calmar el dolor de sus heridas.

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